El mundo del trabajo y la educación está cambiando a pasos agigantados. Está claro que con el desarrollo de las nuevas tecnologías se nos han abierto todas las fronteras facilitándonos tanto la búsqueda de trabajo como diferentes opciones para ampliar nuestros conocimientos. Podemos acceder a innumerables noticias, innumerables medios de comunicación e innumerables publicaciones que hace tan solo unos años no pensábamos que podríamos alcanzar.
La conexión es inmediata. Buscamos y obtenemos información al instante. Hemos pasado de comprar el periódico o leerlo por encima del hombro en el metro a tener al alcance de un solo gesto del dedo el acceso no solo a nuestro periódico de cabecera, sino también a otros medios con los cuales poder contrastar la misma.
Puedes realizar un curso en una universidad americana, desde tu propia casa, sin desplazarte, compartir ideas con medio mundo, ofrecer tus servicios a empresas situadas en cualquier parte del planeta, desde Madrid a New York, de Berlín a Buenos Aires, De Pekín a Oslo, pasando por Johannesburgo, Salamanca, México D.F. o cualquier otra ciudad del mundo donde se inicie un negocio
No solo ha cambiado nuestra forma de relacionarnos e interactuar con nuestros semejantes. En estos últimos años de crisis se ha ido forjando una nueva manera en el forma de trabajar que nos acompañará en los próximos años.
Ya en enero de 2016 El Foro Davos, en su informe The Future of the Jobs, nos advertía de la existencia de varios factores que determinarán el futuro del trabajo:
Según dicho informe, en el plazo de un lustro, los cambios tecnológicos y demográficos destruirán más de siete millones de puestos de trabajo, dos tercios de los cuales serán trabajos de oficina.
Los puestos de trabajo serán cada vez más especializados, haciendo que sea más difícil cubrir los puestos si las habilidades y la educación de los trabajadores no evolucionan.
Aumentará la demanda de informáticos, matemáticos, arquitectos e ingenieros, así como la competencia entre ellos. Pero dado que no todo el mundo puede desempañar su rol, habrá muchos puestos imposibles de cubrir, pese a los enormes niveles de desempleo.
En las industrias, el impacto de la tecnología acortará la vida útil de las habilidades de los trabajadores, que tendrán que formarse durante toda su vida. Incluso en los trabajos cada vez menos demandados se requerirán habilidades inexistentes hasta la fecha.
Si a este informe le sumamos el presentado en 2015 el Foro Económico Mundial, las predicciones no resultan más alentadoras.
Según este último informe, la igualdad económica entre sexos podría tardar unos 170 años en producirse al ritmo actual y advierte de un drástico frenazo en los avances de los últimos años. “Esta ralentización se debe en parte a los desequilibrios crónicos en los salarios y en la participación en el mercado de trabajo, pese al hecho de que en 95 países, el número de mujeres universitarias es igual o mayor que el de hombres”.
El informe remarca que la brecha de género se sitúa en el 59%, la mayor tasa de desigualdad desde 2008. El empeoramiento de la situación de las mujeres se debe al aumento de la desigualdad salarial.
“El lento avance hacia la igualdad de género, especialmente en el ámbito económico, supone un riesgo especial teniendo en cuenta que es posible que muchos trabajos que emplean a una mayoría de mujeres sean los más afectados proporcionalmente por la era de la disrupción tecnológica”, alerta el documento.
Está claro que “la perspectiva de conservar un mismo empleo durante toda la vida laboral ha quedado obsoleta en el mundo del trabajo de hoy en día, tal y como se apunta en la Memoria del director general de la OIT sobre la Iniciativa del centenario relativa al futuro del trabajo. El aumento de la movilidad espacial y funcional de los trabajadores apunta a formas de trabajo cada vez más flexibles, a corto plazo y efímeras.
Frente a la amenaza de la que esta considerada como La Cuarta Revolución Industrial, hay quien remarca “la importancia de una educación que promueva el tipo de creatividad y de aptitudes que no desaparecerán frente a las máquinas inteligentes, sino que las complementarán”.